sábado, 31 de marzo de 2018

Capilla Escocesa Presbiteriana de St John


El 27 de marzo de 1854 se coloca la piedra fundamental de la Capilla Presbiteriana Escocesa, bajo la advocación de San Juan, en la actual Ruta 53 (Paraje la Capilla), antiguo camino de tierra a Chascomús.
La Capilla Presbiteriana de St John es la primera de las tres del culto presbiteriano construidas en zonas rurales, las restantes fueron la ubicada en Jeppener (hoy demolida) y la ubicada en Chascomús que fue restaurada. La capilla de St John está ubicada a 12 kilómetros de las vias del ferrocarril Metropolitano sobre la ruta No. 53 en Florencio Varela.


Fue un agosto de hace 184 años. Tras más de dos meses de navegación, el Symmetry of Scarboro fondeó en las barrosas aguas de nuestro río color de león, abriendo las puertas a la aventura para aquel nutrido grupo de colonos embarcados en Escocia, con destino a esta promisoria tierra argentina.

Mujeres, niños, hombres, en su gran mayoría jóvenes, llegaban en busca de porvenir a una ciudad desconocida, simple punto de partida para su residencia futura, en la ilimitada llanura bonaerense.


Desembarcados en pesados carretones que los llevaron hasta la orilla, los colonos emprendieron el viaje hacia lo desconocido, algún lugar al sur de la naciente urbe, algún lugar que era el norte en el que habían depositado su esperanza. 
Llegaron en son de paz, para aportar su trabajo a esta tierra nueva que les abría un camino de futuro. ¿Sus armas? La tijera de esquilar y la azada para arrancar a la tierra el fruto del esfuerzo cotidiano.





Asentados en Monte Grande, los más de doscientos escoceses iniciaron la tarea de amasar los ladrillos para sus casas y de erradicar el tupido cardal que los cercaba y que, sin embargo, les había dado la primera señal de bienvenida: el cardo -el hirsuto y espinoso cardo de Castilla- flor nacional de su país, cubría grandes extensiones de esta tierra prometida, como allá en la lejana Escocia.
































Aseguraron su techo; iniciaron sus huertas y criaron sus animales de granja para obtener el alimento cotidiano; construyeron el molino de donde obtenían la fina harina de maíz para hornear el pan de cada día. Protegieron sus sembrados con cercos de espinosos talas, para evitar que los animales domésticos los destruyeran. Aligeraron los carros de transporte, incorporándoles amortiguadores, para hacer menos penosos los viajes por aquellos difíciles y rudimentarios caminos. 




Comenzaron a elaborar manteca y a envasarla de modo de poder transportarla hasta el mercado. Levantaron también una capilla para celebrar su culto, hoy ya desaparecida.
Pero la paz se vio turbada por los enfrentamientos entre unitarios y federales.
Tras la batalla de Puente de Márquez (1829), la colonia comenzó a dispersarse y sus miembros se fueron radicando en las inmediaciones: Lomas de Zamora, San Vicente, Chascomús, Quilmes, fueron algunos de los destinos elegidos.

En 1854, aquellos escoceses asentados en la zona sur, decidieron construir su iglesia y para ello, Juan Davidson -el mayor terrateniente del partido de Quilmes (parte de cuyas tierras después pasarían a formar parte del distrito de Florencio Varela)- donó un terreno donde, aún hoy, a siglo y medio de distancia, se alza la capilla presbiteriana de Saint John (San Juan).






La pequeña Capilla de los Escoceses, añosa y erguida, orgullosa de su pasado fecundo, yace hoy en la zona rural de Florencio Varela, protegida por la ley que la declaró Monumento Histórico Provincial, pero abandonada por autoridades que no valoran en ella su presencia como testigo de que, en el siglo XIX, un gobernante visionario accedió a garantizar la libertad de culto a los hombres de buena voluntad que quisieran habitar el suelo argentino.




Se hace referencia al convenio suscripto por Bernardino Rivadavia con los hermanos John y William Robertson, mediante el que aseguró a los colonos escoceses -y de allí en más a los extranjeros que llegaran al país- la libertad de cultos.
En el atardecer del 25 de noviembre se inició un incendio que puso fin a la vida de la antigua Capilla de Saint John, pequeño templo presbiteriano declarado Monumento Histórico Provincial en 1998 (proyecto presentado por el senador provincial doctor Luis Esteban Genoud) y abandonado a su suerte sin que, desde los distintos estamentos del estado municipal, provincial o nacional, se arbitraran los recursos para su preservación.


Nacida siglo y medio atrás soportó airosa el paso del tiempo que, no obstante, no logró doblegarla, confiriéndole una pátina que acrecentó el valor de sus ladrillos viejos. Misteriosa y solitaria, se mantuvo erguida como una anciana dama, vestida de gloria con el recuerdo de los hechos que la tuvieron como testigo.
Hizo falta el fuego para devorar tanta historia como guardaban sus muros agrietados, hoy vestidos con cenizas del centenario tejado.




Cenizas de un tiempo pasado que la indiferencia de los hombres no supo cuidar. Atrás quedan proyectos de futuro, voces pioneras que frecuentaron el templo, sombras fundadoras de un ámbito sagrado que supo cobijar anhelos y esperanzas de un pueblo inmigrante que encontró, en este rincón de la provincia de Buenos Aires, el ámbito de libertad para desarrollar una nueva vida, lejos de su tierra natal.





Esta pequeña Capilla era el más antiguo símbolo material de la decisión de Bernardino Rivadavia cuando, en 1824, firmó el convenio con los hermanos Parish Robertson para traer a estas tierras a una colonia de escoceses que aportaran su experiencia agrícola al desarrollo de nuestro campo. La libertad de cultos, garantizada por el gobernante, tenía en esta Capilla su testimonio.
Construida en 1854, se mantenía en su condición original, tras su abandono y posterior venta a un vecino de la zona en 1967.


En 1995, vecinos de Florencio Varela y miembros de la iglesia presbiteriana se nuclearon en una Asociación que, desde entonces, bregó por recuperar primeramente su historia y luego intentó interesar a las autoridades en la recuperación del bien. Vanos intentos. El balance fue siempre negativo. Postergaciones, largas esperas en los despachos de distintos funcionarios, excusas… se fueron llevando estos casi quince años de trabajo en los que sí se logró rearmar una historia que, desde hoy, pasa a ser una historia virtual.



Un portón abatido por el fuego, el centenario tejado convertido en negras brasas, argamasa y ladrillos rotos se amontonan en desprolijos montículos, cubriendo aquella tierra antaño consagrada …
Si hasta el fantasma que supo habitarla -aquella blanca lechuza del campanario- buscó en el anochecer otro horizonte para asentar su nido.







Hoy, más que nunca, la habita el silencio, consecuencia de la indiferencia de un pueblo que no supo guardar memoria y, más allá de redactar leyes y enunciar proyectos, no entendió que esos ladrillos viejos eran las raíces que nos ataban al presente, para seguir desarrollándonos como comunidad organizada.
Autora: Graciela Linari
Fuentes:
http://www.varelaenred.com.ar/1618-271109.htm








Fotos realizadas el Viernes Santo del 30 de Marzo del 2018


miércoles, 21 de marzo de 2018

Estación Gonzalez Chaves

 Estación Gonzalez Chaves
LA HISTORIA DE SEIS AMIGOS QUE PUDIERON VOLAR LLEGÓ AL CINE
SE TRATA DE UN FILME QUE NARRA LA HISTORIA DE SEIS AMIGOS DE ADOLFO GONZALES CHAVES (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) QUE EN EL AÑO 1932 FABRICARON UN PLANEADOR CON EL QUE PUDIERON SOBREVOLAR EL PUEBLO. TODA LA COMUNIDAD RECIBIÓ CON EMOCIÓN Y ADMIRACIÓN LA PELÍCULA QUE HIZO FICCIÓN AQUELLOS PASAJES DE LA HISTORIA DEL DISTRITO. LEÉ LA NOTA Y EMOCIONATE CON ESTE SUEÑO HECHO REALIDAD.



Finalmente llegó el día en que se realizó el estreno en Adolfo Gonzales Chaves de la película “Los locos del barrilete”. La semana pasada todo el pueblo colmó la sala de ex cine Coliseo (Sociedad Española), donde se brindaron dos funciones a sala llena. La película cuenta la historia del sueño de unos pibes que desearon armar un aeroplano y volar por su pueblo en 1932. El filme, que tiene una duración de 70 minutos, narra la historia del nacimiento del vuelo a vela en este distrito, cuya ciudad cabecera es considerada la Capital Nacional del Vuelo a Vela.


Gustavo Yannecari, quien fue uno de los impulsores de esta realización e incluso tuvo su papel en la película, señaló que “este fue el final de nuestro proyecto. Estábamos un poco tensos porque queríamos ver qué pasaba con los espectadores, pero vimos con alegría que el público respondía con sus emociones. La película generó mucha ternura, nostalgia y de repente había giros de comedia que hacían reír a la gente. También fue lindo que los espectadores estuvieron viéndola junto con los actores”, describió a la prensa este vecino del pueblo que tuvo la idea y el impulso de hacer realidad la película.
Más adelante recordó que “esta idea nació luego de unas conferencias que había dado en la Biblioteca Bernardino Rivadavia relacionadas a yoga y mejorar la vida. En una de las conferencias invité a Mario Reynoso y su padre para que dieran una charla sobre vuelo, más que nada como una metáfora, es decir lo que significa el vuelo en nuestras vidas. Ahí estaba presente mi tía, Mirta Yannecari de Roggetti y cuando lo escuchó a Reynoso (padre), se emocionó mucho por la forma en que contaba sus experiencia, y más precisamente la historia del aeroplano que hicieron. En ese momento dijimos que había que hacer algo con esta historia, que en principio podía ser una poesía o una obra de teatro. Como tenemos un primo, Cristian Nintzel, que está en Necochea y que estudió cine en La Plata, lo consultamos para ver si era posible hacer algo relacionado al vuelo desde el cine. Nos dijo que sí y que sería lindo una ficción, porque el tema era muy interesante”.
Agregó que “le copó mucho la historia porque ponía las bases de lo que a futuro iba a repercutir mucho en nuestra ciudad. Así comenzó todo, se realizó un casting a nivel local y luego el Concejo Deliberante nos dio su apoyo para el proyecto, como así también nos dio su respaldo económico el Departamento Ejecutivo para poder iniciarlo. Posteriormente continuamos con el apoyo de algunos privados y nadie cobró honorarios”.
El rodaje duro aproximadamente 40 días, lo cual marca que fue una producción y realización con mucho trabajo, ya que era la única forma de hacerlo, porque si se estiraba en el tiempo, el gasto sería mucho mayor. Yannecari destacó que “la población creyó en nuestra mística, ya que le parecía que era una historia que había que recuperar” Las historias a veces dan la identidad a los pueblos, y esta es una de ellas.
Más adelante señaló que esperaba que la película sea vista en los colegios y que “también nos gustaría que esto diera continuidad a lo que es cine y se pudiera brindar alguna asistencia técnica, como hay de fotografía, folclore, etc, para que los chicos comiencen a realizar cortometrajes acá en Gonzales Cháves”.
El film está situado en el año 1930, donde se habla de una utopía que luego fue una realidad, realizada por jóvenes de entre 17 y 20 años, que llevan adelante el sueño de cruzar el pueblo en una máquina de volar y todo lo que ello significaba por ese entonces, por lo cual los llamaron ‘los locos del barrilete’. Esa máquina al que se la conoció como “El Primario”, todavía está en vigencia y se utilizó en la película.
Francisco Mario Reynoso, el único de los amigos que aún vive del grupo de los seis que hicieron aquellas proezas aéreas, manifestó: “La película es muy buena, se parece mucho a la realidad, a esas épocas tan lejanas”. Asimismo, Reynoso agregó que “realmente no puedo estar más contento, porque jamás soñé esto. Hace 80 años que estoy en el Club Otto Ballod y ahora ya no me dan más la licencia para volar por la edad, porque tengo 92 años, pero uno de los vuelos que se ven en la película lo hice yo y entiendo que ha sido el último”.
La historia tiene todas las características para ser una leyenda. En ella se puede ver cómo estos jóvenes sortearon toda clase de obstáculos para llevar a la practica su sueño. Dany Dekker (ya desaparecido) era carpintero y fue quien hizo el planeador, pero tanto él como su amigo Reynoso no sabían pilotearlo. Una persona que venía al Banco Nación a arreglar máquinas de escribir se ofreció a hacerlo, pero no era piloto y fracasó. Luego construyeron otro y fue Francisco Mario Reynoso quien consiguió cruzar el pueblo en “El Primario”, vuelo que llevó a la inmortalidad al grupo de amigos.

También dijo que “el que nos puso el nombre de los locos del barrilete tenía razón, porque cuando vi el primer planeador me dije que no podía ser que volara. Pero un día vi que al “Primario” lo remolcaba un coche y levantaba vuelo. Por el solo hecho de que voló se me metió en el corazón y hoy todavía cierro los ojos y lo veo volando”, contó muy emocionado el anciano de 92 años que sentado en la butaca del cine de su pueblo pudo ver cómo sus recuerdos se materalizaban en una pelicula a la que todo el mundo ovacionó.
Ficha técnica de la Pelícila:
Actores: Juan González Vit, Tomás De la Lama, Agustín Tavares, Gianfranco Ferraro, Agustín Báez y Marcelo Peralta, que hacían el papel de “los seis locos del barrilete”. En la producción: Mirta Yannecari de Roggetti, Hugo Roggetti, Gustavo Yannecari; Dirección de Fotografía y Cámara: Horacio Almada; Guión: Aureliano Barros; Diseño del Afiche de la Película: Matías Erdocia, y en la Dirección: Cristian Nintzel

domingo, 18 de marzo de 2018

Lagrimas para cerrar las Arrugas


Lagrimas para cerrar las Arrugas 
Hace unos meses, esta tierra estaba cubierta de las lágrimas del cielo. Hoy, la tierra llora sin lagrimear y genera profundas y oscuras arrugas en su piel.
El Tuvicha Mirim, es el termómetro de nuestras Pampas, sin mucho para pensar. Un día se cubre de agua, otro día muestra una tremenda sequía.


Además de cacique, es médico santo del pasado, presente y futuro. Curando y analizando las angustias de la tierra generadas por el Hombre.
Las Arañas tejen sus telas para unir la Tierra, ya  que le es dificultoso encontrar una presa sobre la abrazadora superficie, que parece un montículo plano de carbón casi petrificado por el Sol. Pero ella sabe, que esas profundas grietas, también termina siendo su hogar temporal, para cobijarse de tanto calor.


Tuvichá Mirim también es Maestro, con el título otorgado por la Real Academia de la Naturaleza. Que con sus cambios en el clima quiere enseñarnos lo mal que procedemos. Y nosotros los alumnos desobedientes, que continuamos desaprobando y repitiendo año a año, cometiendo los mismos horrores, perdón errores.



No cuidamos nuestra Tierra, no nos cuidamos nosotros, no cuidamos el hogar de nuestros hijos y nietos.
Mañana el gran cacique hará bramar el cielo, una luz lo surcará y descenderá de las nubes. Al ratito, un estruendoso trueno sonará como si fuera una campana. ¿Para despertarnos? ¿O para que volvamos a clases? Estas clases no tienen recreo, deben ser eternas. La Vida es un continuo aprendizaje.


Si queremos disfrutar del recreo, debemos aprender, aprobar y portarnos bien. Pero, una vez que hayamos aprendido, también debemos ser Maestros. Como el gran Cacique, enseñando a las generaciones venideras.
Quizá, con nuestras buenas conductas, Tuvichá Mirim, se tome un descanso. Un atento descanso y  siempre alerta a posibles  desajustes nuestros.


Está en mí, está en vos, está en nosotros, no equivocarnos más. Si seguimos sin respetar a nuestra tierra… Estas grietas serán inmensamente profundas y grandes, y por ellas terminaremos desapareciendo… Luego, esas lágrimas del cielo, serán tantas, que cubrirán las grietas con nosotros en su interior.



Todas las historias anteriores las podes volver a revivir en 







http://rickyglew.blogspot.com/2015/06/el-salado-entre-junin-y-chacabuco.html

No te pierdas todas las historias, Dios y la Madre Naturaleza quiera y me permita seguir documentando este maravilloso río que llevo en el alma 



Tu Agradecimiento y mi agradecimiento

 Si te Gustó y si lo deseas, no es obligación, me lo podes agradecer en 

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Desde ya Millones de gracias ... 

Muchas Gracias a SAG AB por esta bella Mención

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Mi Foto en la Noche de los Museos

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